
La emisión de bonos soberanos de los países latinoamericanos en los mercados internacionales ha descendido un 50% en lo que va de año, en comparación con este periodo en 2021. Según Fitch Ratings, la región sólo ha emitido 20.000 millones de dólares en bonos, una cifra sustancialmente menor que los 37.500 recaudados el año pasado. Para rellenar el vacío que dejan los mercados internacionales, América Latina se está apoyando cada vez más en la financiación de organizaciones multilaterales, además de sus propios mercados locales, labores en las cuales el rating es un elemento de capital importancia. Todo esto en un entorno de escenarios macroeconómicos de complejidad creciente y mayor inflación, tras un 2021 de recuperación postpandémica.
Rating y deuda
La deuda pública es una de las principales herramientas con las que cuentan los Estados a la hora de obtener recursos financieros. Dicha deuda se materializa mediante la emisión de valores o bonos con distintas condiciones de convertibilidad, accesibilidad, interés, duración. Etc.
La deuda sirve normalmente para hacer frente a reveses como catástrofes naturales, crisis económicas, políticas o sanitarias imprevistas como la COVID 19, que ha obligado a los estados a expandir su gasto, de hecho, un informe de CEPAL señaló un pico de deuda tras la fase crítica de dicha crisis sanitaria, en 2020, con una media de endeudamiento regional del 56,5% del PIB
También en muchas ocasiones, sirven para sufragar y revestir propuestas o reformas políticas concretas, así como para intentar subsanar fallos sistemáticos en los Estados, cuando no para mantener a raya sus desperfectos, ofreciendo una falsa imagen de prosperidad. A su vez, niveles altos de deuda externa pueden significar una caída en la inversión extranjera y en el precio de lo exportado, fuga de capitales, aumento de la pobreza o incluso una disminución de la democracia en el país, al verse en una situación de dependencia clara frente a sus acreedores.
El gran abanico de sistemas estatales, déficits fiscales, coyunturas concretas y, en definitiva, capacidades de pago, ha hecho necesario que, a lo largo de la historia, ciertas empresas se especialicen en catalogar lo fiable (o no) que será un país con el dinero prestado. Así, hoy en día nos encontramos con cuatro grandes agencias de calificación mundiales; Moodys Investor Service, Standard and Poors Corporation (S&P), Fitch IBCA y Dominion Bond Rating Service, que suelen catalogar la deuda a largo y a corto plazo. Para establecer los patrones de referencia que estas firmas utilizan pueden servir Alemania y Ucrania: la primera, una de las mayores potencias mundiales que, con una situación histórica cargada de vicisitudes económicas anormales, no ha cesado de ver aumentado su rendimiento económico, situando su deuda en el prime de las catalogaciones: en el ranking Aaa. Por otra parte, Ucrania, país actualmente en guerra con Rusia, cuenta con una deuda Caa3 negativa, una categoría que ilustra el riesgo sustancial a la hora de recuperar lo invertido que sufren sus acreedores.
Deuda de Latinoamérica
El informe del CEPAL señala que en cuanto a deuda pública en moneda nacional. Las condiciones se deterioraron a lo largo de 2021 pues los tipos de referencia de política monetaria han aumentado para hacer frente a la inflación y han afectado a las tasas de los bonos soberanos de largo plazo. Por otra parte, la deuda pública en divisa extranjera también empeoró durante el pasado año ya que la depreciación de las monedas locales ejerció una presión ascendente en el pago de los intereses, esto afecta, naturalmente, a aquellos países que utilizan esta emisión de deuda en moneda extranjera como fórmula habitual, entre ellos Argentina, Ecuador, Panamá, Paraguay y República Dominicana, donde la deuda en moneda extranjera, generalmente dólares, supera el 70% del total. Todo ello en un entorno mundial en el cual las emisiones de bonos soberanos en los mercados financieros internacionales han ido perdiendo dinamismo desde el segundo semestre de 2021. De hecho, los mercados mundiales de bonos gubernamentales generaron un rendimiento total negativo de -1,9% en 2021, siendo esta la cuarta vez en 35 años que el índice reportó una caída.
Por tanto, es importante conocer que la tendencia general de la calificación de la deuda latinoamericana es descendente: en los últimos meses la calificación de la deuda de la región ha empeorado como tónica general.
Datos país por país
En Brasil la deuda pública no ha dejado de aumentar, en términos generales, desde 2013, situándose en torno a un 78,5% del PIB, situándose en torno a los 1.200.000 millones de euros. Esta deuda es de una mala calidad: siendo calificada con un Baa2 por Moodys o un BB- por Fitch en el largo plazo, ambas categorías ratifican el nivel medio de especulación al que se someten las inversiones en deuda del país lusófono. Por otra parte, en el corto plazo, Fitch concede un B a su deuda, por tanto, una deuda “altamente especulativa”.
Con respecto al total de deuda colombiana, se sabe que, en base a los datos de 2020, ésta alcanzaría los 155.795 millones de euros, lo que supone un 65,66% del producto interior bruto, un incremento de más del 10% con respecto a los datos de 2019. En cuanto a deuda colombiana a largo plazo, Moodys otorga un Baa2 (estable), una catalogación que sitúa la sitúa en el rango medio inferior, posición respaldada por S&P y Fitch, que la sitúan en un nivel BB+, en la misma calidad que la primera firma. Por otra parte, la deuda a corto plazo sólo se ve calificada por Fitch, que la sitúa en un nivel B, entendiendo que toda inversión en estos tiempos es altamente especulativa. México, con una deuda total de 630.733 millones de euros (un 57,63% de su producto interior), se encuentra en la misma posición en cuanto a deuda a largo plazo, mientras que a corto, la deuda mejora su calidad en un grado con respecto a la colombiana según Fitch, en concreto, ocupando la categoría de “Grado de no inversión especulativo”.
Uno de los países latinoamericanos mejor posicionados a este respecto es Chile, endeudado en un 36,28% con respecto a su PIB. Dicha deuda, a largo plazo, muestra el marchamo “A” de Standars&Poors, lo que supone una calidad de grado medio superior. Su deuda a corto plazo desciende hasta el grado F2 (grado medio inferior) según Fitch.
Un grado inferior de calidad es el de la deuda de Argentina, país que ha arrastrado serios problemas fiscales en las últimas décadas, con un nivel Ca (altamente especulativa) en el largo plazo según Moodys y un nivel “extremadamente especulativo” en torno al corto plazo.
Uno de los peores niveles del continente es el de Venezuela, con un “C” (impago) en deuda a largo plazo según Moodys, mientras que a corto plazo, cualquier inversión es extremadamente especulativa según la firma Fitch.
Redactado por Carlos Burgos Retamal